Vecinos de la villa rememoran la vieja tradición de competir corriendo tras un tonel de vino
MEDINA DEL CAMPO-. El señor Isaías, el bodeguero “más rico” de todas las tierras de Medina, no escatimaba en imaginación cuando necesitaba personal para comenzar a trabajar en su prestigioso ‘imperio’ del vino. Hablamos de hace varios siglos, dos quizás, ya que la fuente que proporciona la inspiración de Isaías está relatada en la obra anónima ‘El cubero de Bracamonte’,
encontrada en los archivos de la villa sin firma ni fecha. El viejo bodeguero se lo dejó claro a su alguacil: desde la ermita de la Virgen Blanca hasta la Plaza Mayor, ni una sola piedra en el camino.
Isaías buscaba al mejor cubero de la zona de una forma peculiar: hacer correr a los jóvenes de la villa con un tonel de vino desde la Plaza hasta la ermita. “Perdone que le diga, pero eso le va a traer muchos cantares”, le espetó Pedro, el alguacil, al inspirador de la prueba. Pero al hombre no le importó. Según cuenta el relato, un pequeño texto ‘informativo’ a manera de pasaje literario –está dentro de una novela costumbrista-, “los viejos le miraban con recelo”, sin embargo los jóvenes esperaban ansiosos a que se celebrase la prueba. “Solo os pediré tres cosas: pericia, fuerza y rapidez”, explicó Isaías a los jóvenes. En ese momento estaba retando a decenas de vecinos de corta edad. El primero de junio, les esperaba Isaías en el centro de la Plaza: los jóvenes llevarían su tonel de 700 litros de vino cada uno, y entre empujón y zancada llegarían a la meta.
Fueron precisamente tres nietos de un bodeguero, ‘el cubero de Bracamonte’, los que primero llegaron a la ermita. Y ellos mismos fueron contratados en la empresa de Isaías, donde trabajaron y trabajaron hasta hacerse, a golpe de talonario fraguado por los ahorros, a comprar el pequeño imperio del viejo bodeguero.
Esta historia quedó en la memoria de los medinenses y, desde que comenzó a celebrarse la feria de exaltación del vino de Rueda, Medivinia, el año pasado, surgió el rememorar esta prueba desde la misma Plaza Mayor pero con algún que otro cambio: se circunscribe al foro máximo de la villa, son las peñas las que escogen un representante –aunque hay bodegueros que han decidido competir- y los toneles son de 225 litros, para evitar lumbagos, ciáticas y demás males musculares. Las ‘calles’ del circuito, al estilo de los que se usan en las carreras de karting, se habilitaron a base de alpacas de paja y banderines. Así, el conjunto guardó una estética rústica y vitivinícola a juego.
Lejos de proceder a una incorporación inmediata a la plantilla de una gran bodega, las cosas en este aspecto también han cambiado un poco. Ganó el premio, consistente en 500 euros en metálico y 50 botellas de vino de la bodega ganadora José Julio López, de la peña «Barrigones», que representó a «Sitios de Bodega». La plata y el bronce las ganaron sendas parejas de peñistas medinenses: Alberto y Laurentino, y Guzmán y Esteban. Este fue el aperitivo de Medivinia, que comenzará mañana en el Palacio Balneario de Las Salinas, que no pinta escasa: de momento hoy han sido 2.000 personas las que han observado a los mozos rodar los barriles a la vista de los balcones de la Plaza Mayor.